El tío Aldo se despedía poco a poco, uno lo veía casi igual, con la misma voluntad para servirse un vaso de vino tinto desde la damajuana, pero no era el mismo desde la última internación que lo había dejado maltrecho. Le habían dicho a su mujer -la tía Cucu como le decíamos todos- que sus pulmones ya no funcionaban como deberían funcionar: espontáneamente.
El se despedía diciendo las frases que había conservado como el saber de su vida, a veces más que frases, eran expresiones de rabia contra un mundo que no tenía ni miras de ser ni más justo ni más decente.
Al hombre -su sobrino político- le dedico una observación:
Vos estas así por ser "esponja de tu madre".
El hombre olvido como se olvidan las cosas el resto de la conversación con el tío.
Pero lo de "esponja de tu madre" y lo de “vos estás así” Le habían quedo dando cíclicas vueltas por el pensamiento.
Construyo lentamente una imagen durante la década transcurrida desde el fallecimiento del Tío. Durante ese tiempo también fallecieron su padre, sus suegros, un amigo radicado en Valencia y ocurrieron muchas cosas en las que prefiere no pensar para no distraerse de ese descubrimiento que el tío le había donado como un saber en bruto para ser trabajado.
Ningún otro hallazgo pudo hacer sobre esa predisposición a ser esponja y no solo de su madre. Salvo esa imagen trabajosamente construida:
La imagen de un hombre saturado. Abrumado en líquidos.
Que todas las mañanas al levantarse y salir, no deja de ver el goteo que dejan sus pasos...
El se despedía diciendo las frases que había conservado como el saber de su vida, a veces más que frases, eran expresiones de rabia contra un mundo que no tenía ni miras de ser ni más justo ni más decente.
Al hombre -su sobrino político- le dedico una observación:
Vos estas así por ser "esponja de tu madre".
El hombre olvido como se olvidan las cosas el resto de la conversación con el tío.
Pero lo de "esponja de tu madre" y lo de “vos estás así” Le habían quedo dando cíclicas vueltas por el pensamiento.
Construyo lentamente una imagen durante la década transcurrida desde el fallecimiento del Tío. Durante ese tiempo también fallecieron su padre, sus suegros, un amigo radicado en Valencia y ocurrieron muchas cosas en las que prefiere no pensar para no distraerse de ese descubrimiento que el tío le había donado como un saber en bruto para ser trabajado.
Ningún otro hallazgo pudo hacer sobre esa predisposición a ser esponja y no solo de su madre. Salvo esa imagen trabajosamente construida:
La imagen de un hombre saturado. Abrumado en líquidos.
Que todas las mañanas al levantarse y salir, no deja de ver el goteo que dejan sus pasos...
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