Las bocinas llegaron de la avenida cuando los automovilistas vieron ese beso llovido en arroz Pude ver las sonrisas cómplices en los empleados del registro civil que se asomaron a la puerta. Un hombre desconocido se paro a felicitar, estaba tan atolondrado que no logre entender que me dijo. Contra todas las objeciones que le dijeron el tío se obstino. -Ese es mi tío. Se animo a casarse por cuarta vez a los 86 años. Los solitarios deben tener esperanza. Por suerte, mi madre se acordó del arroz...