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Mostrando entradas de 2009

APUESTA...

El guardabarrera toca su silbato con insistencia. La primera en detenerse antes de cruzar la vía es una monja anciana de vestimenta gris. Una joven que venia apurada casi se choca contra la monja. Y luego se detiene un hombre que caminaba encandilado por la belleza de la joven. -No vale la pena arriesgarse. -dice la Monja prudentemente. -Encima es de carga -dice la joven. -A que son 30 vagones... -irrumpe el hombre. -Son como 40. -Dice la joven con su belleza inefable. Bueno, el que gana da un beso en la mejilla. -Propone el hombre. Un beso soplado al aire. -Contesta ella sonrojandose. -Trato hecho. -Dice el hombre. Yo los cuento. -Ofrece la monja y encuentra inmediata aprobación de la joven y el hombre. La locomotora diesel de color celeste gastado cruza delante de ellos tirando vagones cargados de piedra partida. El hombre hace su conteo en silencio. La monja que tiene un tonito a española los cuenta en voz alta. El hombre se da cuenta que va a perder la apuesta. Que en realidad le

HÉROES...

De los cuadernos del tío Aldo. Le dejo a su sobrino sus cuadernos por legado. Le llegaron embalados en una caja y atados con hilo de yute. Son cuadernos comunes de hojas rayadas y espiral que vienen con su título en la tapa. El hombre elije abrir el que dice “Amor”. Son frases sueltas. Según parece muchas eran propias, del propio saber del tío gestado en años de andar por la vida. Otras escuchadas. A veces frases subrayadas con resaltador en un recorte de diario. Esta todo prolijamente anotado con su letra cursiva grande y clara, que le elogiaban tanto en su empleo de revisor de cuentas. El hombre va al final del cuaderno. Esa es la última frase. Tiene una aclaración: “Me dicen en el bar que lo dijo la Rosa Montero en un reportaje. No es textual, la escribo con mi memoria no tan buena…" Lo verdaderamente heroico es querer al otro tal cual es. "Tal cual el otro es" -Escribe para dar énfasis a la frase. Luego sigue una reflexión: “Cada vez seremos más los viejos solitari

ESPERA...

El hombre esta -nuevamente- conmovido. Mientras ve a su hija que espera y espera. Quizá lo viene haciendo desde muy pequeña, pero él lo ha descubierto recién en esta tarde destemplada. Mientras ve a su hija que espera y espera. Que en algún momento su madre termine de llegar a su lado.

ABUELA EN MOTO...

*IMAGEN: OSVALDO SORIANO EN MOTO. Se encontraron en la esquina del mercadito las dos abuelas. Las dos con bastón. Mi madre con nieta del brazo. Mi madre tiene la edad del Ratón Mickey. La abuela con la que conversa la supera en unos años. -Mi hija sintetiza la charla cuando vuelven: La abuela con la que hablo la nonna anda en moto. Mi madre le hablaba de sus salidas a los médicos. La abuela que vive enfrente de la fábrica de mosaicos no quería hablar de enfermedades quería contarle de su último logro a los 85: -En la vida había viajado en barco. En avión. En trenes. Hasta en burro y hace poco tiempo de esto. Pero nunca en moto. Hasta que me escucho mi nieto más chico, el Rubén. Tiene una Harley que le dejo su tío materno, el pobre murió joven en un accidente y la moto quedo ahí medio desarmada. Él la arreglo. Va y viene con ese orgullo que se le nota en la cara. Vino a visitarme. Me escucho cuando le conté que en el viaje con el centro de jubilados fui la primera que se animo a su

EL JUEGO DE LA CONFIANZA.

Mi hija lo juega en la escuela. Esta vez le resulto fácil enseñarme a jugar. Me dijo que dejara los brazos hacia adelante y se dejo caer de espaldas para que yo la sostuviera. Luego lo repitió una y otra vez dejandose caer alternativamente de frente o de espaldas. El juego me hizo "caer una ficha" como suele decirse. Pude asociarlo con cosas de mi vida. Me ayudo de alguna manera a pensar esa dificultad para entregar la confianza. Jugar a dejarse caer y que te sostengan. Supongo que no me ocurre a mi solo. Que los adultos nos olvidamos de jugar o no jugamos nunca a dejarnos caer en los brazos de alguien en quien confiamos que nos va a sostener. Es el juego que sabe jugar mi gato cuando se da vuelta y vuelta en el piso esperando que con el zapato le recorran y acaricien suavemente el cuerpo. No teme que lo pisen. Entonces a falta de confianza se suele "jugar" al control. Es la ilusión de controlar las cosas y los seres. O es el oscuro temor de ser "objeto"

NO VIERON CAER AL OTRO...

Se mataron. A puro dolor salieron andando. Hacia delante, pero muertos. No vieron caer al otro. Ni a sí mismos.

ESOS FRÁGILES ANDAMIOS DE LA REPETICIÓN...

ESOS FRÁGILES ANDAMIOS DE LA REPETICIÓN... -Antología de Eduardo Francisco Coiro. inventivasocial@hotmail.com EL ÚLTIMO ANIMAL DEL MUNDO... El hombre lee a Conrad. Así, tal cual me siento yo. -se dice. Con su vida bien adentro de "El corazón de las tinieblas". En algún punto todo le resulta ajeno y hasta horroroso. Un exiliado de su propia vida. Alguien que se pregunta donde estuvo y donde esta la vida verdadera. En una espesa bruma, y no importa demasiado si es en un río que se interna en las venas abiertas del África. O es un barrio de Temperley. Es el exilio. La sensación de desterrado. Y todo eso ocurre mientras el hombre, abrumado en sus propias imágenes no puede avanzar de la página 79. Pero ocurre un pequeño milagro para sacarlo de la lectura y -un rato- de oscuros pensamientos a tono con el relato donde la soledad existencial es un "no lugar" permanente más allá de tiempos, geografías y tecnologías. Llega su hija con una insinuante sonrisa: ¿Cual e

ALGO

Fue encontrarse de nuevo con la frase. Ahora que indago en el origen de un dolor difuso. Como los del alma, pero estacionado en el cuerpo. En eso estaba. Hasta encontrar el papel amarillo por el tiempo del único número impreso en el mimeógrafo prestado por el cura del barrio. La imagen del cura que nos deja trabajar, mientras en el centro de la mesa le comenta un artículo de "Contracultura" a la catequista que es una joven hermosa. Para nosotros, con 16 años y todas las ganas, era "la novia del cura". El cura lee a Helder Camara. Nosotros intentamos hacer una revista de rock. El tiempo disolvió otros recuerdos. Sólo quedo esto, y la frase de la portada que fue mi principal aporte. Nunca pude ni podre superar la perplejidad ante algo tan fuerte, tan dolorosamente contundente. Leo. Trato de entenderla como si fuera una profesía que como toda profesía amenaza con ser autorrealizada a lo largo de una existencia. Busco eludir en mi mente el peso temible de la palabra suf

EL YO-YO.

"Son cosas de Paula...”, dijo la madre como al pasar. La bolsita pequeña era el último envio en los viajes de objetos de una casa a la otra. Cuando abrí la bolsa estaba el yo-yo naranja que le compre a mi hija un par de años atrás. Cuando vino mi hija el fin de semana no olvide preguntarle: ¿lo elegiste para traerlo a la casa de papá? -No, lo puso mamá. -Respondió. Apenas pude disimular la ira. Pensé primero en la continuidad de una guerra silenciosa contra los objetos: libros, peluches y juguetes que les fuí comprando a mis hijos en diferentes épocas. Después pensé a la luz de la también cercana expulsión de los Legos de la vida de los hijos en el departamento en un decreto de fin de la infancia. Enseguida cuando vi a mi hija intentando alguna destreza con el yo-yo, deje de preocuparme por explicar las mañas de una personalidad que es cada vez más desconocida, ajena, y apareció en mi mente la historia de la compra del yo-yo. Un negocio de regalos en esquina. Entramos de la mano.

VOLVERÉ CUANDO VUELVA A SONAR LA CAMPANA...

-Al pueblo de Patricios. El hombre sabe que no puede con las emociones. Por eso cuando el tren ingresa a Patricios, o mejor dicho a una representación teatral en la Estación-Teatro comunitario, se aisla con rapidez en sus pensamientos. No logra conectarse demasiado con el aquí y ahora. Se aleja hacia el humo que envuelve a la vaporera de última generación. Observa con cierta distancia lo que acontece a su alrededor. En esta obra, los vecinos actores juegan a negar la presencia del tren, este tren es solo una figura fantástica, algo que no puede ser real, solo un símbolo o un augurio de tiempos por venir. Es paradojal, quiza haya 500 o 600 personas aquí, esperando al tren con su obra de teatro en marcha, simulando que el gran día será otro día, no este. Claro, las emociones son muy fuertes, hay que ver a los maquinistas llegando a un pueblo de ferroviarios, los abrazos con abuelos que manejaron máquinas más poderosas que "sophostine" una modesta locomotora de la clase 200 H

POR LA RANURA DE LA MEMORIA...

-Del Inventren 2003. Estación Villa Numancia. En estos días me la he pasado echando monedas por la ranura de la memoria, esperaba escuchar el sonido del tocar fondo, el rebote. Pero no, abismo sin fin , no concluyen ni las imagenes de la caida ni el silbido del aire desplazado, fricción de recuerdo que cosquillea la piel del tiempo. Puede haber sido la pregunta de mi hija, que se acerca a los 5 años y que desde los tres no tiene al papá viviendo en su casa: ¿ Papá, vos estabas cuando yo era bebe? Allí esta la memoria cortada en pedacitos, colchón de espuma y nube, sonidos sin voz. Tambien, puede haber sido esa foto, caida, arrugada y humeda que encontre detras del escritorio en la casa de los chicos. Estoy en una baranda de trocos casi saliendo de la foto, un perfil leve, viendo un lago quieto, espejo de montañas que descienden en colores de día nublado. Es el sur, la foto la tomo mi amigo Ruben, habíamos terminado una obra y nuestra sociedad laboral, y nos fuimos de viaje al sur

"NO TE SUBAS AL TREN FANTASMA"

*Imagen: ESTACIÓN CARHUE. Pasaron 32 años del último tren. Hoy lo estamos reinaugurando. Pero no viajamos a Carhue. No tenemos recursos. Nos reunimos al pie de una estatua en la ciudad de Buenos Aires. El autor grabo su nombre y el año: Aime Millet. París 1880. La base de granito avisa que Adolfo Alsina vivió de 1829 a 1877. Fue gobernador de la provincia y quien ordenó la construcción de la "zanja de Alsina" destinada a contener y avanzar sobre las tierras de los pueblos originarios. El hombre murió en Carhue y le dió su nombre al partido de la provincia de Buenos Aires desde el que hoy parte el inventren. Al pie de esta estatua nos reunimos unas pocas personas. Son amigos con los que he compartido cosas en estas tres décadas. En 32 años pasamos del terror de la dictadura al terror difuso de los virus y la desidia. De Martínez de Hoz enviando a una empresa amiga para que los rieles sean prontamente levantados a este presente del gobierno cuya especialidad es la negación sist