Sucedió hace un tiempo. Hacia un calor demencial y había corte de luz. Yo estaba de visita en el departamento donde viven mis hijos con su madre. Un vecino abrió entonces la ventana y comenzó a gritar con toda su voz: -Hijos de putaaaa... el aire acondicionado es un derecho humanooo¡¡¡ Pensé entonces por que derecho abriría la ventana, sacaría medio cuerpo afuera -como aquel vecino del edificio- y gritaría como un loco, hasta que llamarán a la policía o a los bomberos. Pensé en uno. Sin desmerecer otros, socialmente más trascendentes. Y dotarlo de sonrisas. Homenajearlo con besos soplados al viento. Y vivirlo como me sea dado vivirlo. Sonrojando mi rostro, traspirando las manos, teniendo palpitaciones. Emocionándome hasta el último poro. Decidí que si voy a gritar con desesperación será por mi derecho humano a tener "un amor imposible"