Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de junio, 2012

10 AÑOS

Darío Santillán Y Maximiliano Kosteki. Junio 2002 Ellos son dos sombras largas de atardecer, siluetas recortadas a contra luz en el final del anden. Sus rostros caen en sombras ante la oscuridad que sube, implacable, desde el este. Pero, allí en el último resplandor oro encajado entre las vías que fugan son seres de ilusión, en ese momento pueden darse la mano fuerte, el abrazo fuerte, darse el alma sin que ninguna estampida, ningún terror disuelva lo humanamente dado. Allí van y vienen las cosas en hamacas del tiempo, van y vuelven, parecen tocar el cielo, irse definitivamente, pero retornan una y otra vez.... Ahí esta el Estado fabricando mártires, el poder plantando policías como alambrados de púas. Se escucha una frase recortada en el aire desde el bar: -Tengo que ir a trabajar y no me dejan - grita un señor por la radio 10. Hay que ir, aunque el tiempo se detenga en el lugar menos pensado, en el momento menos deseado. Como la muerte atravesando el umbral

Haciendo memorias

Estamos en el bar. Me han invitado a presenciar la prodigiosa memoria de Don Joaquín. Don Joaquín esta orgulloso de sus 93 años, se nota cuando me da la mano y dice: -Lo felicito por conocerme. Tan pintoresco el hombre con su sombrero negro de alpino. Juega en su patio de la memoria y deja con la boca abierta a quien lo escuche: - ¿Quien recuerda publicidades de mi época? Y sin esperar respuesta recita: - "5 de pan, 5 de vino y 20 de queso El Peregrino." - "Casa Muñoz, donde un peso vale dos". - "Sastrerías Braudo, la casa de los dos pantalones". - "Casa La Mota... Donde se viste Carlota". Este es mi barrio. -sigue- Soy el único mayor de 90 años sobreviviente. Lo que ya no esta se extinguirá cuando mi memoria se hunda al olvido, o -aunque no quiero- muera. (....) Mi primera bicicleta fue una Cycle Zucca y la hacían a dos cuadras de acá. Nadie en la mesa recordaba ni de nombre a esas bicicletas

PERMANENCIAS

De lado a lado del patio, de pared a pared, las manos fuertes de mi padre tensando el alambre galvanizado que no se oxida. Atándolo en un par de clavos como yo no podría hacerlo. ¿Porque eran sus manos tan fuertes? Toda su fuerza aplicada a la tenaza. ¿Cuantos años tiene ese alambre para tender la ropa? No menos de 45 años. Después de la lluvia están las gotas suspendidas, casi congeladas. En este amanecer de oscuridad condensan luz como una brillante cadena de perlas en la extensión del alambre. Sólo broches de plástico interrumpen cada tanto la continuidad de sus brillos. La imagen de las manos de mi padre. Como la parra y los zorzales buscando las últimas uvas. Esas gotas también son permanencias.