El hombre entra al bar cuando ya ha transcurrido gran parte del día. Ya ha sobrellevado acontecimientos. Tropiezos. Horas de trámites que no solucionan nada o casi nada de las cuestiones pendientes. Estuvo 6 horas esperando su turno. Después el empleado le explicó que falta este papel y el otro, y que por ejemplo no figura su número de documento en la constancia de cuenta bancaria.
Cuando sale de esa oficina va hacia el banco, una nueva espera y un nuevo tramite para agregar al anterior que quedará nuevamente inconcluso por hoy. En la calle peatonal la gente esta ocupada en comentar una pelea entre dos gitanas. Una de ellas mordió a otra y esta maldice y jura venganzas mientras se seca sangre en su rostro. -Se pelearon porque compartían un hombre. -Explica la vendedora ambulante de los títeres.
De la jornada que ha vivido hasta llegar al refugio del bar le quedan sensaciones que no logra procesar del todo bien. No encuentra la palabra justa: desasociego, opresión, stress...
Antonio -el pequeño mozo italiano que ya trabajaba por estos lugares en el año en que el hombre nació, ya fue a la barra y volvió con el café.
El hombre necesita que alguien lo escuche.
-Sabés Antonio... le dice tratando que el mozo no se vaya, que no lo distraigan de la frase que necesita hacerle oir.
Antonio se queda ahí, mirandolo con los ojitos chiquitos que no han envejecido nada, poniendo cara de máxima atención.
-Demasiada realidad....
-Demasiada realidad, Tonio.
-Eso es lo que mata a la gente..!!!, -Contesta el mozo.
Cierto. Era eso, lo que faltaba para completar la frase y la sensación del día.
"Demasiada realidad mata..."
Cuando sale de esa oficina va hacia el banco, una nueva espera y un nuevo tramite para agregar al anterior que quedará nuevamente inconcluso por hoy. En la calle peatonal la gente esta ocupada en comentar una pelea entre dos gitanas. Una de ellas mordió a otra y esta maldice y jura venganzas mientras se seca sangre en su rostro. -Se pelearon porque compartían un hombre. -Explica la vendedora ambulante de los títeres.
De la jornada que ha vivido hasta llegar al refugio del bar le quedan sensaciones que no logra procesar del todo bien. No encuentra la palabra justa: desasociego, opresión, stress...
Antonio -el pequeño mozo italiano que ya trabajaba por estos lugares en el año en que el hombre nació, ya fue a la barra y volvió con el café.
El hombre necesita que alguien lo escuche.
-Sabés Antonio... le dice tratando que el mozo no se vaya, que no lo distraigan de la frase que necesita hacerle oir.
Antonio se queda ahí, mirandolo con los ojitos chiquitos que no han envejecido nada, poniendo cara de máxima atención.
-Demasiada realidad....
-Demasiada realidad, Tonio.
-Eso es lo que mata a la gente..!!!, -Contesta el mozo.
Cierto. Era eso, lo que faltaba para completar la frase y la sensación del día.
"Demasiada realidad mata..."
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