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Unas vidas sin vuelo ni canto

El criadero de gallinas queda a unos 300 metros de la estación Ortiz de


Rozas. Cuando se viene viajando ya a lo lejos se distinguen los enormes

galpones. En Ortiz de Rozas hay poco para ver más allá de la estación: casas

dispersas, un almacén de campo donde se puede conseguir casi de todo. Y la

granja.

Este criadero es una parte en la división de trabajo de la gran industria.

De la gran fábrica traen los pequeños pollitos. Aquí se le cortan los picos

a los pollitos para que no se lastimen entre sí. Se les administran vacunas,

Vitaminas, un alimento balanceado especial para el engorde. Permanecen bajo

estos galpones donde no hay diferencia entre la noche y el día hasta que

tienen el peso suficiente para ser sacrificados y refrigerados.

Desde que trabajo en el criadero pude vivenciar de cerca lo que es el

sufrimiento animal. Hasta deje de comer pollo industrializado.





Al principio el piar de las aves era enloquecedor, después a fuerza de

costumbre y necesidad fuí transformando ese ruido que llegaba desde los

galpones en un sonido lejano del mar. El mar yendo y viniendo. Golpeando la

indiferencia eterna de las arenas.



El horario de trabajo es de 7 a 19 horas. El nuevo ferrocarril Midland es

rápido y puntual. Mi casa queda a casi dos horas de viaje en tren. Con 16

horas fuera de casa es lógico que mi casa funcione como dormitorio. Ni

siquiera cocino de lunes a sábado. Al mediodía tengo media hora para el

almuerzo, salgo a caminar para ver el sol hasta el barcito de la estación,

como. Cuando regreso del trabajo voy a la casa de comidas y compro la cena

de ese día. Los lunes llevo canelones o ravioles, el martes estofado, los

miércoles porciones de tarta, el jueves milanesas con papas fritas. Los

viernes son de empanadas o pizza. Los sábados a la noche el menú puede

variar según si voy a cenar en soledad o viene María José a quedarse hasta

el domingo a la noche en casa. El domingo es el único día que en los hechos

dispongo para tener "una vida". La frase se la debo a María José, cuando la

conocí en su trabajo me impacto cuando la oí decir "además de esto, tengo

una vida". Enseguida sentí el deseo de ser parte de su vida. Lo logré.

Las horas de viaje en tren me espacio para compartir charla con conocidos o

leer o simplemente entregarme a la compañía de ese alter o mellizo que es la

voz interna que acompaña a cada cual en su viaje extendido por la vida.

A veces son estallidos de imágenes internas las que veo. Durante un tiempo

no podía dejar de ver la imagen de mi padre -ya anciano- picando cascotes

debajo del nogal que el mismo plantó.

En uno de los viajes hice amistad con el arquitecto Jerome Ricardo Klepka

que viajaba hacia la estación Corbett, donde tenía el encargo de la obra de

reconstrucción de la estación y su entorno con una enorme libertad para

intervenir en todo el proyecto con su visión de artista.

En uno de los viajes compartidos me recomendó la lectura de "Donde mejor

canta un pájaro" de Alejandro Jodorowsky, que le resultó iluminador para

pensar la historia de su vida. Klepka era hijo de un inmigrante polaco que

llegó a la Argentina -al igual que mi padre italiano- después de la segunda

guerra mundial. Su padre nunca quiso volver a su patria y si le preguntaban

tenía una respuesta invariable: "Polonia es dolor". Una persona puede tener

muchas conversaciones con otra pero alguna queda imborrable en la memoria,

ocurrió cuando Jerome dijo: un día de mí vida se encontraron la imagen de mi

padre en sus momentos de sufrimiento y la descripción del Cristo sangrante,

crucificado, derrotado, que cuestiona tan bien Jodorowsky en su libro. Si

hay algo a los que los seres humanos deberíamos temer es a estar derrotados

en la vida.



Cuando el arquitecto terminó su obra en Corbett no volví a verlo.





***



Hace unos días que mis noches están atravesadas por sueños raros.

En uno de ellos hablaba con Pablo -gerente creativo y mi jefe-. Pablo es

inflexible con sus empleados. Aunque lo diga de modos diferentes, su mensaje

es siempre el mismo: "problema tuyo". Es un hombre frontón, su trabajo es

que las cosas marchen sin que nadie le lleve problemas y si alguien le lleva

problemas los devuelve. Sin embargo, Pablo era extrañamente contemplativo

conmigo.

Me sorprendí cuando oí mi voz diciendo "No tengo nada más que hacer aquí".

Ahí me desperté.



A la mañana siguiente mientras viajaba en tren leí ese aviso clasificado.

Sentí un sobresalto inexplicable. Hace días que voy al trabajo con una

sensación de angustia sin palabras. Hasta recorté el aviso:



"Sereno para criadero de gallinas. Horario de 7 a 19 horas. Hasta 55 años.

Presentarse en granja MaxiRozas. Estación Ortiz de Rozas. FC Midland"





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