La memoria de los
ausentes es un tren de carga que pasa a noche profunda por las afueras fundido
en sueños o pesadillas.
La imagen más
antigua que recuerdo de Esteban a veces se confunde con la última e
irreversible.
Estábamos en el
patio de la escuela industrial sentados sobre el banco de madera que se armaba
en el taller de carpintería. Esteban sobre su banco que tenía el número 42 le
daba cuerda al reloj Tressa que su abuelo le había regalado en vida. Por alguna
cuestión que nunca quedo del todo esclarecida Esteban tenía desdibujados a sus
padres. Especialmente a su padre que no existía en su hablar cotidiano. Él
hablaba de sus abuelos que vivían en el campo, en un lugar que imaginábamos
lejano "viven en su chacra allá en Km.". Después supimos que se refería a Km 55, un modesto
apeadero que utilizaban unos pocos vecinos del lugar.
Fue Kalman,
siempre curioso, el que preguntó a Esteban por el origen de su nombre.
-Por mi abuelo
materno "Stephen Randall Burkett" dijo con el gesto corporal de
orgullo como si hablará de un prócer.
Y era tal cual,
para Esteban su abuelo era un héroe de los tantos que vinieron al país a
trabajar. "y sudar la camiseta" Trabajaba en los talleres Libertad
del antiguo Midland. Se jubiló unos meses antes que la dictadura de Onganía
cerrara los talleres y fuese esto el principio del fin del tren.
La historia que
le fluía a Esteban contarnos era más remota. Su abuelo había nacido en una zona
rural de Inglaterra cercana a Escocia. El abuelo se consideraba Escosés aunque
los mapas que Esteban dibujaba en el aire y nosotros no entendíamos confirmaban
que el pueblo más cercano Kirkby Stephen quedaba en Inglaterra.
-Seguro que lo
llamaron a tu abuelo "Stephen" por el nombre del pueblo dijimos en
coro.
Aquel pueblo
tenía tren. Él lo usaba para ir a estudiar a una escuela técnica especializada
en máquinas ferroviarias. Su abuelo Stephen llegó al país en 1938 para la
adaptación de los trenes Birmingham que eran una maravilla tecnológica para
aquella época.
El abuelo era
un técnico especializado de los talleres de Libertad pero iba y venia con un
impecable traje negro. Así como en uno de esos azares mágicos e increíbles
Esteban nos regaló como se conocieron sus abuelos. Su abuela Ligia nacida en un
pueblo de Alessandria era corta de vista y tan despistada que se sentó sobre el
abuelo Stephen con su traje negro como si fuese un asiento libre. Imaginar esa
situación y un después inmediato entre el escoses y la italiana que hablaban
solamente sus propios idiomas era digno de película romántica en blanco y
negro.
Esteban fue
testigo de un ritual que tenían. Cuando levantaban la voz en alguna discusión.
Al rato -para acercar la intransigencia- la abuela Ligia se levantaba de la
mesa, la bordeaba y se iba a sentar sobre las piernas de Stephen. "Para
que no olvides como empezamos" decía ella con un tono dulce de voz.
-Al menos ahora
no te levantas como un resorte a los gritos. -decía él.
Y se reían como
dos niños.
-De Eduardo
Francisco Coiro-
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