Bajó del tren en Villa Domínico. Caminó unas cuadras bordeando el parque. Cruzó la avenida Mitre y enfiló para el bar, faltaban 10 minutos para la cita, pero él siempre llegaba temprano mientras terminaba de armar "el minuto". Aunque sabía que su rostro no espejaba el amor, pensó en decir que esperaba a la chica que había conocido el fin de semana anterior en el parque. Sí, casi enfrente. Entró. Ese lugar era más razonable para levantar quiniela clandestina que para esperar una señorita. Piso con la seguridad de la repetición, no era la primera vez que se reunía con compañeros del partido. Eligió una mesa individual, seguramente incomoda para la reunión prevista, pero desde ahí en el centro de ese lugar indefinible se controlaba con la visión la puerta, la avenida, las hojas de ese otoño amarillo casi siniestro. Ese lugar era imposible para un encuentro amoroso... Oteo el lugar, en una mesa grande hecha de tres individuales estaban 8 tipos. Parecían oficinistas. Divertidos, ...