Esta arriba  del tren pero sabe que no va a ninguna parte, vagamente trata de calmar la  soledad con el método que utilizaba su tío después de enviudar a los 85 años.  Los domingos, se iba hasta la estación de tren y viajaba hasta el final del  recorrido. Bajaba, buscaba una parrilla, pedía un sanguche de bondiola, un vaso  de tinto. Pasaba un rato en el andén de la estación apoyado en su bastón.  Probaba su buena vista ayudada con lentes para ver pasar mujeres, decirles  piropos y -después de lograr un "gracias" o una sonrisa bien dada- subirse al  próximo tren para volver a su casa antes del anochecer. "contra la soledad del  domingo no hay como el viaje en tren" -recuerda con la voz presente de su  tío.           Se levanta y  se dirige al vagón comedor buscando una excusa para estirar las piernas,  adelante va una mujer muy agraciada. Al entrar al vagón comedor casi se tropieza  con un hombre que caminaba en sentido contrario sin  verla.     El ho...