Las manos de mi madre bordeando los huecos de la memoria. Otra vez
zurciendo la toalla, dejando el agujero mayor -enorme como Júpiter- para una
próxima ocasión.
De alguna manera el hilo que intenta cerrar abre a la vez.
La abuela italiana, madre de mi padre, envió esta toalla junto con
otros presentes para una fecha importante, un cumpleaños quizás. La toalla
llegó, pero el resto de los regalos se los quedo una conocida que había
ofrecido traerlos a la vuelta de su viaje a Italia.
Esta obstinación por no tirar esta toalla, o lo que queda de ella.
Ese recurso desesperado por defender una memoria endeble.
Las manos de mi madre luchando contra el vacío. Contra los huecos
que nos asedian el día a día.
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