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LA VACA Y EL TÍO





Eran los años 40. La fecha justa es imposible de reconstruir.
El tío abuelo Juan  trabajaba en La Vascongada visitando tambos por la zona de los partidos de Chivilcoy y Suipacha que enviaban leche para la usina láctea. No era vasco sino italiano, pero usó boina vasca en la inmensa pequeñez de cada recuerdo.

El tío abuelo -al que su mujer llamaba "Joani" con una dulzura inigualable en su voz- era un hombre de más de 30 años. Un tipo honesto para el cual la palabra valía más que cualquier papel firmado.
Entre sus tamberos amigos estaba Aitor.
El vasco Aitor quería que el tío dejara de ser un empleado o que además fuese tambero. En una de esas visitas donde el tío abuelo verificaba condiciones observables del tambo. Aitor que ya era un amigo entrañable consiguió que Juan aceptara un regalo que le presento de un modo inolvidable:

-Se llama Aurora. Es una maravilla que puede darte mucha felicidad.

La vaca era una de las mejores que tenía en su plantel.
Entre ellos sabían que el tío Juan no cambiaría su firmeza de inspector de tambos 
ni dejarían de ser amigos que dejaron sus pueblos para vivir en la tierra de promesas que era la Argentina entonces.

El tío Juan había comprado o arrendado un campo en las cercanías de Rosario.
Aitor lo quería convencer que pusiera un tambo. Él lo podría ayudar con su experiencia. 
Su  primer gesto fue regalarle a "Aurora".
En aquella época los trenes llevaban granos, animales, encomiendas, también pasajeros con sus equipajes pues eran trenes mixtos.
El tambo de Aitor quedaba entre San Sebastian y Almeyra, pero San Sebastian era una estación importante de la cual salían como cabecera trenes directos para Puente Alsina.
El primer tramo del viaje era breve. En poco más de dos horas  la vaca estaría en la estación Plomer. La vaca no podía viajar sola, alguien debía bajarla en Plomer y ahí esperar horas hasta que llegue el tren de la Compañía General  Buenos  Aires hacia Rosario.


Allí fue cuando Joani le encargo la tarea a su sobrino Nicolás que a los 16 años ya trabajaba en lo que podía. Era un trabajo sencillo pero tenía una carga de responsabilidad. Debía partir de Puente Alsina, viajar hasta San Sebastian, Encontrarse con Aitor que le daría de almorzar y lo haría recorrer el tambo para hacer tiempo a la llegada del tren mixto horas más tarde. Subir a Aurora en el vagón de hacienda. Bajarla en Plomer. Volver a subirla en un tren del Compañía General. Cuidar que la vaca llegue bien a la terminal donde la esperaría un tal Rosendo Núñez con un peón para llevarla al  campito del tío Juan. Todo este paseo duraría tres días entre idas y vuelta.

El tío Nicolás estaba maravillado por la idea, acepto sin preguntar cuanto le pagarían además del pasaje y las comidas. Es posible que fuese su primer viaje largo en tren. Todavía usaba habitualmente pantalones cortos así que Dominga -su madre- tuvo que conseguirle unos que el abuelo no usaba más y llevarlos a doña Julia una vecina pantalonera para que los ajustara a las medidas de Nicolás.


Tenía un pasaje para viajar en  vagones con asientos de madera con la obligación de bajar en cada estación y fijarse como estaba Aurora en el vagón del ganado.
El tío había empezado a conversar con una chica algunos años mayor que él mientras esperaba en Plomer. Se llamaba Manuela. Se acerco como otras personas ante la imagen pintoresca de un jovencito tan alto parado en el anden llevando atada a una vaca. Una hermosa vaca lechera que llevaba colgada del cuello su nombre "Aurora" en un cartel enorme.


Fueron muchas estaciones. El tío bajaba en cada una. Iba rápido a ver como estaba Aurora, luego corría al silbato del guarda para subir y seguir conversando con Manuela.


(….)

El tío Nicolás tenía  88 años cuando relató hasta este punto todo esto.

Suspiró. Entró en una especie de limbo que duró largos minutos hasta que volvió a hablar con un tono de repentina tristeza:

-Nunca más pude estar con una mujer tan hermosa.


Entonces fue cuando le pregunté:

-¿Cómo siguió la historia de la vaca?


-De eso ya no me acuerdo.

-Te llamé para que vengas urgente porque anoche soñé con el tío Joani.

(El tío abuelo Juan era para todos una especie de santo en los cielos de nuestra memoria.)

-Tengo miedo. Creo que cuando muera no voy a entrar al cielo.

El tío Nicolás estaba pálido. 


-Juan Me hablaba.

-¿que te decía?

-Querido Nicolás pronto nos veremos. ¿Donde esta la vaca?



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