Pascual*
Silvano
D'Orba. El tío abuelo Pascual, se siente muy viejo y sin descendencia decide
dejar instrucciones para el después de su muerte. Piensa en su hermana mayor ya
fallecida, la sobreviven dos hijos y dos nietos, En su hermano menor, Juan, tres
hijos profesionales, nietos y bisnietos. Pascual ordena en su testamento que
mientras esa casa exista este disponible una habitación lista para recibir a los
descendientes de sus hermanos que lleguen desde la Argentina. El los espera,
ahora o en un futuro indefinido, confía, quiere que ninguna puerta se cierre
después de su partida.
Lobos*
Me
acuerdo de la historia que contaba mi padre más de una vez: la historia del
soldado que retornando al pueblo pasó por el bosque de los lobos. Descendía de
la montaña después de salir de Padula, la noche lo sorprendió y decidió quedarse
en la oscuridad del bosque. Sentado, fumando quizás, mientras veía consumirse
las llamas de una pequeña fogata. Había llovido, era difícil mantener el fuego.
Se podría imaginar que utilizó incluso las cartas de su novia a la que había ido
a ver para sostener esa llama. Para estar despierto, lo cierto es que sus ojos
se cerraron y allí lo encontraron -contaba mi padre- sentado y comido por los
lobos. Pienso en las pesadillas que se encarnan en nuestro mundo más originario.
Puedo volver a ver la imagen de mi padre emergiendo de la única pesadilla que le vi contar con espanto: pastoreaba las ovejas sin compañía ni perros y al llegar a un sendero que se estrecha de rocas una manada de lobos atacan y empiezan a devorarlas. Ve eso sin poder hacer nada. Aferrado a un bastón largo, apenas cuidando su vida. En ese punto se despertó y gritó con toda la fuerza como si el sueño fuese más fuerte que lo real.
Puedo volver a ver la imagen de mi padre emergiendo de la única pesadilla que le vi contar con espanto: pastoreaba las ovejas sin compañía ni perros y al llegar a un sendero que se estrecha de rocas una manada de lobos atacan y empiezan a devorarlas. Ve eso sin poder hacer nada. Aferrado a un bastón largo, apenas cuidando su vida. En ese punto se despertó y gritó con toda la fuerza como si el sueño fuese más fuerte que lo real.
Silvana*
Silvana escribe las cartas de su madre y su abuela para su tío en la
Argentina. Cuando él tío partió ella no había nacido. Quedaron unas pocas fotos,
el relato de su madre sobre aquella partida: un hombre joven al que ven irse con
su bolso caminando hasta perderse de vista rumbo a la estación de trenes. La
letorina va repleta, muchos también van a Napoli para embarcarse a América. Hay
besos y abrazos desesperados ante la intuición de un paso
irreversible.
Escribió una nueva carta, sale a ver el cielo, sueña un avión para
ella.
Silvana escribe sin parar, no solo al tío en la Argentina .Tiene amigos con los que se escribe en francés, inglés, portugués, y hasta en chino, el último de los idiomas que aprendió.
Silvana escribe sin parar, no solo al tío en la Argentina .Tiene amigos con los que se escribe en francés, inglés, portugués, y hasta en chino, el último de los idiomas que aprendió.
Ese hombre joven que había nacido en 1923 y vieron partir en 1952 fue
mi padre, el que mojaba con lágrimas las cartas que recibía desde
Italia.
Higueras*
Anita me hace
sentir que estoy despojado de las memorias de la
infancia.
-¡como no te
acordas del galpón de Antonio Bruno donde guardaba el camión
"guerrero"!
Para nada,
digo, para mi existía el terreno de la esquina con la higuera y después la casa
de doña Josefa que nos curaba el empacho a los chicos y a los grandes
también.
Recuerdo
comer los higos arriba de la higuera, creo que nunca más debo haber comido higos
tan dulces. Y era tan lindo ver el mundo desde lo alto, a esa edad la higuera
parecía altísima, era como estar en la copa de una araucaria
añosa.
Anita vuelve
a hacerme sentir un olvidado: no era una higuera, eran
tres...
Consejo*
Mi padre
hablaba poco pero era certero en sus palabras.
"No
hay que temerle a los muertos sino a los vivos"
Nos decía con
tono de consejo.
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