Siempre con esa sensación al despertar.
La sensación de no haber encontrado.
Quizá ni siquiera estar encaminado a reconocer mi lugar en el mundo.
Lo que quiero. Puedo, necesito ser.
Es lunes.
Es el final de una terapia.
O el final formal después de la cantidad de sesiones que paga la obra social por año.
La psicóloga prefiere guardar sus certezas subjetivas y dejar flotando los enigmas.
"No todo entra en una relación de pareja" -dice.
Pregunto. Sigo sin entender después de su nueva explicación.
A falta de respuestas vuelvo a leer mi libro de Rimbaud. El que leía a los 15 años.
Los poemas de "iluminaciones". Vuelvo a buscar esa relación con lo inalcanzable que creo entrever de poema en poema.
En los rostros de cada cual quedan los rastros de las guerras de las que venimos.
Pero la guerra interna no cesa.
Y están los que trasladan la guerra interna latente hacia afuera.
Se actúan. Se representan en su hostilidad latente.
El otro.
Quien es ese otro. El espejo donde elegimos vernos y hablarle y decirle lo que necesitamos decirnos casi con certeza a nosotros mismos.
Paradojalmente ese otro existe y aun proyectando su escenario interno acierta.
Y más que uno mismo.
Le digo a la psicóloga:
Quedarse solo implica que alguien deberá seguir la lucha ahí. Justo ahí donde un otro deja de hablarle a su espejo en nuestra imagen. Nos deja girando en el vacío. Quedamos hablando solos.
-Y cual era la discusión que precedía y cual la queda por seguir? -responde.
*
Muchas personas eligen no tomar nunca el riesgo de la verdad.
Porque la verdad es un riesgo.
En mi cabeza, escucho con mi voz interna ese fragmento del artículo de Leopoldo Brizuela donde hace suya una frase de Pablo de Santis: "dudó porque toda verdad es una forma de despedida".
Puede que la verdad también sea un camino de libertad. Puede que sea otorgar la posibilidad de elegir.
Los sin...
¿Como deberían ser las cosas?
Sin urgencias.
Sin presiones.
Sin ocultamientos.
*
Y esta el dilema.
La verdad es lo que se "hace" o lo que se dice que se "hubiera" querido hacer.
Se pusieron de acuerdo en decirme en 1984 y en el 2008 casi la misma frase. Casi calcada de la original: "Vos te crees que tenés todo el tiempo del mundo"
Y no, no tengo todo el tiempo del mundo. Quiero tener un "presente", porque es el presente la única llave que abre a pensar "futuros posibles".
Y esta la frase tomada del reportaje a Guy Sorman -un pensador liberal pero lúcido- que es concluyente: "El futuro por definición no existe".
Y esta el enigma que dejo la amiga desde Cuba: "El pasado es otra persona".
Somos los otros que fuimos. Los otros que prohijamos en silencio.
Los otros que no dejamos partir de una vez, o quedarse de una vez por todas (aun en ausencia), pero con una sonrisa al viento.
La sensación de no haber encontrado.
Quizá ni siquiera estar encaminado a reconocer mi lugar en el mundo.
Lo que quiero. Puedo, necesito ser.
Es lunes.
Es el final de una terapia.
O el final formal después de la cantidad de sesiones que paga la obra social por año.
La psicóloga prefiere guardar sus certezas subjetivas y dejar flotando los enigmas.
"No todo entra en una relación de pareja" -dice.
Pregunto. Sigo sin entender después de su nueva explicación.
A falta de respuestas vuelvo a leer mi libro de Rimbaud. El que leía a los 15 años.
Los poemas de "iluminaciones". Vuelvo a buscar esa relación con lo inalcanzable que creo entrever de poema en poema.
En los rostros de cada cual quedan los rastros de las guerras de las que venimos.
Pero la guerra interna no cesa.
Y están los que trasladan la guerra interna latente hacia afuera.
Se actúan. Se representan en su hostilidad latente.
El otro.
Quien es ese otro. El espejo donde elegimos vernos y hablarle y decirle lo que necesitamos decirnos casi con certeza a nosotros mismos.
Paradojalmente ese otro existe y aun proyectando su escenario interno acierta.
Y más que uno mismo.
Le digo a la psicóloga:
Quedarse solo implica que alguien deberá seguir la lucha ahí. Justo ahí donde un otro deja de hablarle a su espejo en nuestra imagen. Nos deja girando en el vacío. Quedamos hablando solos.
-Y cual era la discusión que precedía y cual la queda por seguir? -responde.
*
Muchas personas eligen no tomar nunca el riesgo de la verdad.
Porque la verdad es un riesgo.
En mi cabeza, escucho con mi voz interna ese fragmento del artículo de Leopoldo Brizuela donde hace suya una frase de Pablo de Santis: "dudó porque toda verdad es una forma de despedida".
Puede que la verdad también sea un camino de libertad. Puede que sea otorgar la posibilidad de elegir.
Los sin...
¿Como deberían ser las cosas?
Sin urgencias.
Sin presiones.
Sin ocultamientos.
*
Y esta el dilema.
La verdad es lo que se "hace" o lo que se dice que se "hubiera" querido hacer.
Se pusieron de acuerdo en decirme en 1984 y en el 2008 casi la misma frase. Casi calcada de la original: "Vos te crees que tenés todo el tiempo del mundo"
Y no, no tengo todo el tiempo del mundo. Quiero tener un "presente", porque es el presente la única llave que abre a pensar "futuros posibles".
Y esta la frase tomada del reportaje a Guy Sorman -un pensador liberal pero lúcido- que es concluyente: "El futuro por definición no existe".
Y esta el enigma que dejo la amiga desde Cuba: "El pasado es otra persona".
Somos los otros que fuimos. Los otros que prohijamos en silencio.
Los otros que no dejamos partir de una vez, o quedarse de una vez por todas (aun en ausencia), pero con una sonrisa al viento.
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