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DESDE EL ZEPPELÍN





-Texto del año 2003-


1.

Pienso en promesas incumplidas. Ahí están las palabras incrustadas en el alma, hundidas en el muro, llevadas para siempre adentro. Las promesas imposibles de cumplir, deuda eterna con quien ya no esta. Y, las otras que abren futuro como los cielos libres y un batido alto de alas. Remontamos un barrilete en el polideportivo de la escuela de Franco, es una tarde fría y oscura, gélida, nuestro barrilete hace papelones, sube breve y se desmorona, ninguna teoría logra que permanezca en los aires. Hemos llevado varios modelos, ninguno funciona, lo siento como una derrota, o quizá como un anticipo de otras derrotas que la vida le inflige a la ilusión. A los chicos no les importa, corren, se cuelgan del hilo del que si sobrevive al viento huracanado, comparten, festejan las caídas de los barriletes. No funcionan los tiros, la cola de tela es muy pesada, el último cae. Invierno terrible aquel, con malas noticias sobre la salud del Nono.
Mi hijo observa, no le importa mi frustración de fabricante de cometas y así, sin aviso, me pregunta: - me vas a llevar a conocer el pueblo del Nono?
El pueblo del Nono esta en Italia, y se llama Paterno Di Lucania, para ser más precisos. Lo abrazo fuerte y él escucha bien mi respuesta: -si hijo, te voy a llevar...


2.

Silvano D'Orba. El tío abuelo Pascual, se siente muy viejo y sin descendencia, decide dejar instrucciones para el después de su muerte. Piensa en su hermana mayor ya fallecida, con dos hijos y dos nietos, En su hermano menor, Juan, tres hijos profesionales, nietos y bisnietos. Pascual ordena en su testamento que mientras esa casa exista este disponible una habitación lista para recibir a los descendientes de sus hermanos que lleguen desde la Argentina. El los espera, ahora o en un futuro indefinido, confía, quiere que ninguna puerta se cierre después de su partida.


3.

Silvana escribe las cartas de su madre a su tío en la Argentina, cuando él partió ella no había nacido, solo quedan las fotos, algunas anécdotas, el relato de su madre y de la abuela sobre la partida: primero llegar con ese enorme bolso hasta la estación de trenes de Marsiconuovo, La letorina va repleta y muchos también van a Napoli para embarcarse a América. Muchos chistes y risas cubren las sensaciones de dolor que no tienen cabida. No es la primera generación que viaja a la Argentina, la tía abuela con su familia ya están allí desde 1927, cuando el tío cumplió 4 años y crecía fuerte tomando leche de cabras y comiendo sopressatta. Escribió una nueva carta, y sale a ver el cielo, sueña el avión que nunca partirá.
Pero ella escribe sin parar, una carta por cada peca de su rostro pelirrojo, no solo a la Argentina, el leer y escribir en varios idiomas la hace sentir ciudadana de un mundo más cercano, con amigos que escriben en francés, inglés, portugués, y hasta en chino, el último de los idiomas que aprendió a traducir.
Sueña abrazos de primera vez, reencuentros esperados en cada carta de promesas abiertas. Llegará ese día..?


4.

Mario ya compro los pasajes en avión, el se siente italiano como sus padres, quiere vivir de la escritura, trabajar de corrector o de guionista en la industria del cine. Su amigo Manuel ya partió hace un par de años a probar suerte en Italia con una beca. Todavía están frescos los años en que se escapaban de la escuela secundaria para ir al cine a deslumbrarse de Hollywood. Manuel le dice en la penumbra del cine, que pegara palabra tras palabra como en los hilos de araña hasta llegar a escritor respetado. En la pantalla ella espera del otro lado de sus ojos. Rita Hayworth, es la araña que espera del otro lado de su mirada trampa. Mario y Manuel, sienten lo mismo: los halagos comunes de las parejas son cadenas que atan para no dejar crecer.
Unos días antes de partir, llega la sobrina de Manuela para almorzar. Es un jueves, el día de la semana que esta destinado a almorzar con visitas, ella se sienta en el mismo lugar donde se sentó Manuel muchas veces antes, esta embarazada y pasea su dicha por la casa de las tías. De golpe, se hizo un silencio largo, de esos que piden respuesta. Mario, la miro, le dijo que tendría un hijo varón. -Ya lo veré a la vuelta de Roma.


5.

A quienes llevo a viajar, por mis viajes en la vida. Quien de ellos quiere despertar de su letargo, invitarme a volar de palabras, a que destino real llevarlos a todos. Azar de azares. Podré ir al pueblo de mi padre con mi hijo crecido algún día?.
Cuantos destinos hay, en las promesas implícitas del pasado, en los aires que se viajan como una boca del infinito, ni mar ni cielo, a la altura justa de los ideales que no pueden descender.



6.

1928, mi madre esta en la panza, casi a punto de nacer. La abuela no sabe leer y escucha asombrada las noticias que le lee en voz alta su hermano Joany sobre la partida del Graf Zeppelin. Se sostiene la panza sentada debajo de la parra en Turdera. Hay detalles: tiene 235 metros de largo y una capacidad de 105 millones de litros. Al futuro le resta escribir mucho todavía: dará la vuelta al mundo con escalas en Tokio, Los Angeles y Lakehurst, Nueva Jersey. Cruzará el océano Atlántico hacia América del Norte o del sur 139 veces, volará 1.600.000 Km. en sus 9 años de funcionamiento.
Pero, cuando el Graf llego a Buenos Aires, en 1934, la pequeña ya quería partir con su propio bolsito al hombro, quizá a buscar a su padre Fernando que se "había ido con otra", ya se había ganado varios apodos: Shirley, por los rulos, y el que le quedaría durante muchos años: La Nena.


7.

El gorrión picotea rápido el pedazo de tostada del otro lado del vidrio, mientras acá adentro observo al gato durmiendo sobre la colcha de mi cama y pienso en esos artefactos más livianos que el aire, en los cuales vamos a viajar sin alas, más alto que las aves migratorias. Salgo a recorrer las cosas y los recuerdos, apenas un inventario de las cosas que desatan recuerdos que merecen ser escritos: está el zeppelín de mi hijo, mi viejo lo trajo de la fábrica Láctea donde se jubilo después de 25 años. Fue a ver a sus antiguos compañeros, quedaban muy pocos, la mayoría ya jubilados. El delegado, sigue allí, no lo pueden echar por los fueros gremiales. Le regalaron el zeppelín, es para el nene me dice, también una canasta con productos de la marca. Esta casi desinflado, el nene lo uso mucho en la bañera, para el era una ballena que lo llevaba a navegar, lejos, muy lejos....


8.

Es cierto¡¡¡¡, si lo observo con ojos de niño, por que no puede ser una ballena?, solo dibujarle la boca y los ojos de profunda sabiduría. Hasta tiene las aletas. En realidad es la versión pequeña de un zeppelín publicitario que atravesó los aires, se notan los colores y la marca "La Serenísima. La verdad Láctea" a lo largo del dirigible y abajo en la góndola, donde viajan tripulación y pasajeros. Vuelvo a mirar y se me ocurre que tengo el nombre justo para bautizar a nuestro primer zeppelín, se llamará: Moby.
Será Moby por la ballena del capitán Ahab, por su obstinación, por su secreta firmeza en seguir.


9.

Veo las nubes altas del atardecer con cierta ansiedad, veo formas de los zeppelines en esas nubes lejanas. Pienso desde ya, en esa aventura de descubrirnos en viaje, de aprender a vernos adentro, viendo alto, con cierta distancia las cosas, la geografía social. . En aquella nube puedo ver a Julie Andrews. Su belleza eterna de Mary Poppins, con su paraguas todavía cerrado, bien clavado en el suelo nube, esperando con su mejor sonrisa, mientras imagino soñados y míticos reencuentros en el aire.



*De Eduardo Francisco Coiro. inventivasocial@hotmail.com

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