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QUE SE ABREN Y CIERRAN EN UN TEMBLOR...


Ella esta realmente cansada. Harta de miradas que en silencio dicen más que cualquier pregunta.
Desde que volvió de vacaciones con su celular nuevo, las chicas de la oficina no dejan de soltar sutiles ironías sobre ese aparato, el más liviano, compacto y costoso de la Argentina. Hoy se siente especialmente bonita y segura. Sabe que deberá cruzar y descruzar con cuidado las piernas pues su ajustada y corta minifalda es un señuelo infalible a la mirada de sus compañeros que buscan penetrarla, al menos con la mirada, hasta su ojo ciego apenas velado por su pequeña braga de encaje.
Suena el aparato, más bien vibra en su cadera y ella sabe que es él, deja caer el pelo, modula sus labios con dulzura, y solo él puede escucharla.
Dos compañeras desde el escritorio más cercano a la puerta de la oficina del Subsecretario de relaciones internacionales, disimulan con una sonrisa esa envidia que les despierta su cuerpo de miel, los fantasmas de sus amantes, su nuevo celular...
Pero este es el momento, los hombres de la oficina están en reunión, seguro una excusa para armar algún partido de futbol con los de comercio exterior.
Y ella esta segura que nunca le van a preguntar nada. Sobre todo Florencia y Lucia que no toleran a sus maridos, o Silvana que no consigue que un novio le dure más de un par de noches. Ellas están allí enfrente y le dicen de nuevo las mismas cosas, aluden a él, desde cada comentario, no toleran sus secretos.
Ella sabe que es el momento justo, lejos de las miradas intolerables de los varones, descruza sus piernas y las abre de par en par como para recibir en su vulva alguna caricia tibia del lánguido rayito de sol que ingresa por la ventana que mira a la calle Corrientes.
Coloca el celular bien pegado a sus labios velados en flores de encaje rosa, y comienza a abrirlo y cerrarlo con el movimiento acompasado de sus piernas que también se abren y cierran en un temblor sensual, disfrutando del juego.
Por un momento se olvida del asombro o las risas y festejos de sus compañeras, y siente
la voz de él -de su hombre- entrando por su camino de humedades, haciendo laberintos, uniendo al
instante vagina y oído, fusionando sentidos.
Ahora sabe, que al menos por un tiempo, dejaran de preocuparse sus compañeras por el costo de su aparato celular.




-Texto del año 2004-

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