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EL MAGO DE OZ.



-Texto de agosto del 2004-


"Sigue el camino de baldosas amarillas", le aconseja el Hada Buena a Dorothy.


Estamos sentados, mi hijo y yo, en el sillón del departamento donde viven mis hijos con su madre. Con un silencio de media tarde vemos "El Mago de Oz" la película de Víctor Fleming filmada en 1939, cuando Judy Garland tenía 17 años.
Mi hijo que tiene 10 años esta en reposo por faringitis y yo lo acompaño desde la mañana, siempre que aparece el tema de salud aparece una angustia antigua, repetida en su lenta llegada como esta tormenta sobre el cielo del Gran Buenos Aires, que se oscurece como el cielo - fondo de la granja de Kansas. Afuera hay 20 grados y para mañana se anuncia lluvia y baja temperatura.


*

Jueves a la mañana, breve discusión telefónica con la madre del niño, va a llevarlo igualmente a la escuela con frío y periodo de reposo a cuestas, le digo -inútilmente- que el sentido común aconseja resguardar al chico en su casa y que puedo volver a quedarme con él. No hace falta, además a la salida van a un cumpleaños, el mismo que ayer en persona aconseje que no vaya.

Mi madre, que esta en todo o en casi todo, grita desde la cocina: ¡Esa mujer no tiene cabeza!, y yo no se cómo decirle quédate tranquila es así y no tiene remedio.
Por las dudas ella me aclara que "no es por venganza", y que " yo no voy a poner a los chicos en el medio", me quedo entonces tranquilo y confiado en que cada descriterio no lo hace desde algún odio antiguo e inexplicable. Trato de superar el impulso por preguntar por la ironía o las paradojas que surgen de cada conducta, aunque no dejo de decirle: -el por que haces o dejas de hacer cada cosa es un tema insondable para mí, nunca lo entendí. Cosas de gente que fueron desconocidos desde siempre y ahora tienen que acordar algún criterio con dos niños pequeños "en el medio".


*

Esto no es Kansas? se pregunta Dorothy, después ver pasar imágenes reales en el torbellino. y aterrizar con su casa matando a la bruja del este. Lo lindo de los mitos y de las hadas es que no pueden ser trasladados a ningún lugar real ni presente ni pasado, seria injusto, cualquier cosa siniestra que se filtre en un cuento de hadas no debe tener parecido con ningún país del nunca jamás.
Nada de festejar, pequeñilandia no es un país de siempre-infancia. No Argentina-país-jardín de infantes.
El inconsciente no tenía muchas de esas realidades presentes y pasadas para filtrar en un relato, Lyman Frank Baum, el hijo de un magnate petrolero, escribió el libro en el año 1900, todavía las casas llevadas por los huracanes no eran bombas, ni la primera ni la segunda guerra mundial estaban sembrando muerte.
El Certificate of Death que festejan los pequeños no anuncia sombras y explosiones nucleares. Ninguna tragedia pasada o futura puede inferirse. La gente no moría quemada adentro de los shoppings consumida literalmente en el fuego de las mercancías.

Judy no se pregunta por que puede calzarse los zapatos de la bruja, son las peripecias del irse, la moraleja de salir a ver el mundo y sus peligros, y encima tener que calzar los zapatos del otro.
Y ni siquiera la infancia es un lugar donde no pueda ocurrirme nada malo. Y ella sigue por el aire, o por las baldosas amarillas de sueño / agitando vacíos / entre almas y cosas / con ojos de aire y cielo.


*

Fue un domingo cercano, mi hija tiene 5 años, por la ventana ingresa un rayito de sol dejando ver un Krill del aire flotando en el vacío que no es tal, y asi del silencio me pregunta:

-¿Cuando uno se muere no puede jugar?

Por un cielo
de luces
sueños
barcos
zeppelines
navegan.

Se va la infancia
tirada de cuerdas
invisibles.

títere quieto
barrilete sin viento

afuera un leve cielo
oscurece a pinceladas
figuras o hadas
de rojo a lilas.

un niño escapa
sin irse, en nubes.


*

Allí esta Judy Garland, o la nacida con el nombre de Frances Gumm el 10 de junio de 1922, en la esquina donde las baldosas amarillas se abren en dos senderos, quizá caminos irreversibles que se abren para siempre como en la vida. Hasta aquí duro el consejo pensé. Pero la naturaleza en los cuentos es sabia y hasta los espantapájaros hablan y dicen cosas interesantes, como las que dicen quienes estan acostumbrados a cargar con su propia Nación en un relato o en una bolsa muda de linyeras:
"Acaso muchas personas sin cerebro no hablan día y noche?". Él dice soy un fracasado por que no tengo cerebro. Lejos esta de imaginar el Espantapájaros sin cerebro una cultura de televidente, o aquí cerquita en la noche Argentina donde los cerebros han partido a un extraño limbo y sus cuerpos quedaron sentados en las camas de novela en novela hasta dormirse con el televisor encendido.
No necesito alimento, -dice, y como no puedo pensar no querré mandar.

No le creo, con el mismo razonamiento paradojal con el que deslumbro un momento antes, el Espantapájaros podría decir: "muchas personas que no pueden pensar si aprenden a mandar"
ya caeréis en mi poder anuncia la bruja del oeste para confirmar que ella vale sólo por su escena.
¿Por qué las brujas siempre se derriten en los cuentos pregunta Franco? No se -le digo, aunque más tarde pienso que sólo existen por sus efectos , por las consecuencias que generan en los demás, no existen por sí mismas, como la histeria que busca percha ajena para colgar el cuerpo o la ilusión, nada de vivir por sí mismas, esa es la naturaleza de las brujas me respondo tardíamente.


*

Desfilan los soldaditos de Pequeñilandia, creen en las brujas de Este a Oeste. Todavía le otorgan algún valor al mago de Oz, aunque asuste con los mismos miedos desoídos tres años atrás. -Antes aun- de que aviones no casas voladoras derrumbaron algún símbolo para que desde la aldea global lo vean por TV.
El amo asusta o pide por brujas o hechizos, o un atentado fortuito que cambie las elecciones.
Menos mal que unos muchachos ( salidos de una mezquita seguramente ) salieron de compras por negocios de armas tan bien surtidos buscando un lanzamisiles, y el FBI los arrestó.


*

Ella canta Last way (...) some way on the rainbow antes de la tormenta y de conocer al profesor Maravilla no puede ver en la bola de cristal que viajara en el aire de un tifón , o después del golpe por los sueños que abren el museo del ayer y dejan ver sin ver la mañana siguiente. Cierto que el mundo no es Kansas ni Texas. Ella todavía hace equilibrio como en una tensa cuerda sin llanto, y no termina de caer en el chiquero.


*
"No tengo cerebro"
"No tengo corazón"
"No tengo valor"

Paradojas, el gran mensaje del mago de Oz, es el pensamiento paradojal: buscar lo que de algún modo ya se tiene y no se puede reconocer por sí mismo.
"Los niños son fuertes porque sobreviven a sus padres" me dijo años atrás el psicólogo y ahora trato de darle la razón, cuando la cercanía del "día del niño" me deja ver el desamparo de los crecidos en edad, la gente grande que nunca salió de allí y sale a comprar una ilusión antigua para sus niños. Las cosas se arrastran pesadamente de generación en generación como un tren a pilas que se repite en su misma vía. Más aun cuando las pesadillas no se sueñan, sino se viven o mueren en la realidad.
Hace unas semanas leí declaraciones de una escritora española que decía Nadie llega a adulto sino resigna ciertas cosas. Desde ese día me pregunto sin respuesta que clase de cosas hay que resignar para ser o sobrevivir en la adultez. También recuerdo las palabras del escritor portugués que antes de ser escritor fue médico en la guerra de Angola, diciendo: las guerras en los matrimonios ( o ex matrimonios ) parecen tener una crueldad sutil e infinita, mayor al de las guerras convencionales.
Y me parece ver la imagen de mi ex-mujer embistiendo con sus hijos de ariete.


*

En el sueño, mi padre se despedía de mi desde las palabras de mi madre "quizás no quede de mí más que una sombra en el papel" o unas cenizas llegadas con el viento que hacen áspero el recorrido de la yema, luego de soplar, la hoja quedara libre con esa angustia del vacío.


*

Pobre Judy Garland.
Pobres todos los caídos de los sueños y relatos de la infancia, me digo también, tratando de consolarme en ilusiones pérdidas, cuando ya no quedan senderos marcados de ningún color.

Y quienes deberían buscar un cerebro, el corazón o simplemente valor, hoy son políticos o Presidentes de hojalata, y no les interesa nada de la humanidad, salvo el poder.




*de Eduardo Francisco Coiro. inventivasocial@hotmail.com

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