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BORRADOR DE BORRADORES...





Borrador de borradores*

-2006-


La vida de un hombre es un miserable borrador, un puñadito de tristezas que cabe en unas cuantas líneas. Pero a veces, así como hay años enteros de una larga y espesa oscuridad, un minuto de la vida de un hombre es una luz deslumbrante.

Haroldo Conti. De "Perfumada Noche". Para leer el cuento ir a http://www.abanico.edu.ar/2006/02/conti.perfumada.htm



Me doy cuenta que mis cuadernos son una desordenada bitácora de mi vida. Cuadernos -como este que veo agotarse ahora, 80 hojas rayadas, tapa a dos tonos de verde, cuaderno barato- se apilan sobre los estantes, duermen un sueño incierto, una latencia, esperan como la esperanza más oculta y negada una nueva oportunidad. Alguna fisura en la realidad adversa.
Este cuaderno sobrevuela con frases, imágenes e ideas el tiempo de los últimos 3 ó 4 meses. Pienso, mientras tecleo, que seria lindo al menos hacer un borrador del borrador que se esta por cerrar ante la experiencia de otros que ahora puedo ver como olvidos apilados en los estantes.

Uno debería escribir directamente en la hoja virtual de un blog, pero se perdería esto que no puedo describir bien del todo, el ritual obstinado de garabatear frases inconclusas, o intentar bajar a tierra tormentas de ideas siempre oscuras y vertiginosas. Tan lábiles, que cuando pasan algunos instantes uno siente que perdió definitivamente esa imagen, aquella frase tan fuerte, o esa idea que puede desatar alguna escritura, siempre en potencial, como ese algún día que nunca llega.
Enseguida, se cruzan las frases con los lugares, y uno se pregunta acerca del por que de esas anotaciones: que me habían sugerido, donde las escuche. Muchas parecen mojones del diario de un observador clandestino, con vidas ajenas y anónimas captadas en detalles sin importancia, casi sin relato posterior posible.

"No tengo idea ni quiero tener idea", dice enérgico, casi con rabia el hombre sentado en la mesa central, le habla a la mujer que esta sentada enfrente. Ella habla bajito y casi no levanta la mirada.

Cada cual encerrado en su propia cárcel invisible y en el mejor de los casos de barrotes bien inconscientes. El lugar panóptico es una mesa de bar. Una ventana con amplia visión ubicada casi en la ochava, la primera mesa a la derecha cuando uno entra al bar por esa puerta, una de las 3 posibles.

Renglones y renglones que se cruzan con la mirada de aquí y ahora hacia el patio. Ese monumento espontáneo de ramas secas elevándose en la esquina, después de la puerta del galpón y de la parra de uva blanca que esta brotando nuevamente con fuerza, pero sus uvas son tempranamente apestadas por una mosca y no pueden comerse como la uva negra del otro extremo. Pero el cuaderno dice que hay que mirar el caño que sostiene los alambres de colgar la ropa, el caño en desuso que elevaba el agua desde la perforación al tanque y que ahora no llega al piso.
Puedo volver a ver la rotura a golpes de maza de los pedazos del tramo de caño oxidado que emergía de las baldosas, ya no en esta oscuridad que desciende y sugiere llovía cercana sino bajo un sol inusualmente fuerte de julio. Un rato antes de Italia-Alemania.
Estoy bastante impactado por los sucesos vertiginosos de estos meses y me doy cuenta que no alcanza con transcribir: Increíble como se desvanece todo en esta noción de presente cada vez más fugaz. El mundial es un buen ejemplo.
El tiempo esta pasando a golpes de pestaña.
El patio tiene pequeños cambios, una pérgola de alambre y caños, que reemplazo a la anterior, un rollo del tiempo donde coexisten varias manos en esas ataduras de alambres oxidados.
La pérgola es también una malla red preventiva a los piques de la pelota, una secuela de varios malos momentos con los vecinos del fondo que incluyen una pared grotesca elevada un metro y medio más hasta alcanzar los 3 metros , y dos ó tres pelotas no devueltas, entre ellas la recién comprada en el día del niño que llegó a usarse unos 20 minutos.
Uno siente con pena que la mayor parte de las reformas domésticas que modificaron a este pequeño patio han sido en respuesta a situaciones impuestas. Poco y nada de libertad se desprende de ese cuadriculado de alambre que cubre 2 por 4 metros de superficie y ahora espera ser recubierto de la vida renacida en brazos y hojas de parra.

Doy vuelta la hoja y leo:
"Entonces le quisieron acortar el tiempo de ilusión. Y le dijeron que Papá Noel y Los Reyes son los padres. Se olvidaron del Ratón Pérez. Entonces la niña se toca la paleta, empuja su previsible caída y toma el diente de leche para colocarlo debajo de la almohada. A dormir, después lo que el inconsciente mande soñar. Y al despertar hurgar con la manito entre sábana y almohada todavía aplastada por el peso de la cabeza buscando la moneda o billete con los que el ratón paga a esos pedacitos, los mismos que muerden de a poquito las hormas de ilusión".

Siguiente carilla...
De joven ví estacionar sobre Diagonal Norte al descapotable de Gatica. También ibamos a ver -se podía ir a ver los progrmas del radio-a una japonesa que cantaba en Radio Mitre. Por Corrientes uno podía ver caminando a Sandrini del brazo de Malvina Pastorino. Todo en esa hora y media que teníamos para comer. Cerca de la confitería ideal había un cine y veíamos a Gregory Peck. Con carlota, a la que puedo ver corriendo con sus tacos siempre al borde del tropiezo para llegar de vuelta las 14 Hz en punto.
En aquel entonces vestía de guante y cartera, pero con sombrero no, no me gustaba.
La tía Manuela, se reía con ganas cuando me veía llegar con el vestido azul con el ribete colorado en el cuello, "Ahí viene la del ejercito de salvación" decía.


Tomo noción del avance de las horas y de que apenas he girado tres carillas. Tengo que salir, espero continuar prontito...

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