Ir al contenido principal

BUFFALO BILL...




Buffalo Bill*



Mi madre esta en el living, bastante despreocupada de mi lucha por sacar palabras, la oigo cantar..., me acerco, es una rara ocasión.
- Tome Don Ceferino../una copa de vinooo.. /por caridad..

Esta mirando en televisión una película de 1949, "Miguitas de Pan", y sonrie como a los 20 años.
-yo la vi en el cine, -me cuenta.
- Y la primera actriz, tuvo que ser reemplazada, por que a mitad de la filmación vino un norteamericano y se la llevo....

La frase me resulta por cierto algo cómica y desafiante. Imagino a una Alicia Barrie que quiere huir definitivamente de la domesticidad del deseo. Me parece verla en una escena de filmación con Enrique Serrano, deben representar el hartazgo y el malestar en la rutina de incrustar en la piel las miguitas de pan dejadas en la cama conyugal. Una cierta polvareda anuncia futuros en esa calle de estudio cinematografico. Como salido de una nube de polvo, el jinete con chaqueta de flecos y rulos rubios largos que vuelan la levanta en movimiento y la sienta delante sobre la montura de un corcel marron de crines largas que se derraman sobre los ojos.
Parece una escena típica de western y vaqueros, un jinete norteamericano de ojos celestes se acaba de llevar con la velocidad del rayo a la protagonista de un film argentino. A ella y su belleza singular. A ella con sus ojitos rasgados de vasca nacida cerca de la cordillera de los Andes, pero del lado de Chile. Se van y la historia será sin duda diferente a la prevista. Algo de esa fuerza irresistible que se atribuye al amor, ha cambiado el curso de una historia, y en este caso, desde la vida misma se ha modificado el devenir previsto de un film. Al menos en el cine, el ingenio argentino resolvió las cosas mejor que en una vida real, pues Alicia fue reemplazada por su hermana Elsa del Campillo, y ella fue la mujer de Enrique Serrano con miguitas en su lecho, hasta el final de la filmación.

No puedo dejar de oir en silencio, dentro de mi cabeza, aquella frase que desencadeno todo: "te amo", o el " I' Love you" que mi padre escucho decir frecuentemente a los norteamericanos que buscaban conquistar italianas en los finales de la segunda guerra, el lo contaba con una sonrisa de picardia, casi como un buen recuerdo dentro de lo terrible de una guerra.

"Te amo..." , me parece poder oir nuevamente ahora, despues de mucho, pero mucho tiempo. Cuando vuelvo a pensar en la temible materialidad de la palabra.
La frase del mismo Michel Focault de "Las palabras y las cosas". Hoy me apasiona esa relación, entre la palabra y sus efectos de materialidad sobre las cosas. Su capacidad de desatar imágenes y relatos. Mucho espacio de vida circula, se entrevera paradojalmente entre esa materialidad de las palabras, y esos relatos que se abren desde la mudez de cada objeto.

Pero, quien era ese jinete que imagine con tal lujo de detalles, entrando al galope y llevandose para siempre a la primera actriz. De que lugar de la memoria había surgido ? No tuve respuesta, era una imagen muy antigua, sin duda de esa época de la niñez que se me representa a menudo en colores gastados, como en fotos de blanco y negro.

Una vez más, voy a buscar respuestas en las cosas mismas. Empiezo a hurgar en el cajón de fotos del escritorio, es el primero, y se abre al girar el cuerpo, dandole solo un perfil al teclado. Dejando por un momento de escribir mirando al monitor. Largo rato explorando las fotos de muchas generaciones, abuelos y niños que hoy son abuelos o recuerdos. Pueblos de Italia, agrestes, cortados de ríos dulces y montañas altas. Llegan las fotos de mis padres y las mias de bebe, las mismas que compartí con mis hijos unos días atras, mientras afuera llovia por todas las angustías del mundo y por todas las palabras no dichas a tiempo. En su momento justo.
Este album no lo llegamos a abrir, tiene separadores de papel araña trasparente, en la primer foto estoy en brazos de mi madre, ella esta sentada, con la cabeza inclinada viendo esa pequeña realidad, 2 meses 23 días escribio con su letra. A la derecha esta mi abuela, sus anteojos incorporados para siempre a su rostro, el brazo doblado como para llevar una canasta de flores o frutas, pero descansando en el apoyabrazos. Atrás, de pie, está mi padre con saco y corbata, el perfil izquierdo más ofrecido al foco y una sonrisa tremula, sencilla como la dicha. Giro la hoja: 4 meses 3 días, los ojos fijos en algun lugar interesante, un cuadro. Una pequeña foto en la vereda de casa, tomado de la mano izquierda de mi padre, dos años escribio mi madre en 1960.
De alguna manera, con sus palabras en italiano mi padre supo decir a su manera "te amo". Con silencios también, con su apego a la verdad del hacer más que al decir de los que "Hablan mucho", me digo ahora, cuando veo esas fotos, y me veo pequeño y acompañado de su protección. Eran épocas de trabajo duro para ganarse la comida del hogar y un vaso de vino tinto para acompañar la mesa, mi padre trabajaba en una fundición, me contó alguna vez que una de sus tareas era ingresar a un enorme tanque de volcado para limpiar de restos la superficie y hacer la siguiente colada de material hirviente. De allí nomas, me quedo la idea de que un trabajador es mucho más que un heroe del cine en algunos sitios.
La siguiente foto, debe ser de antes de cumplir 3 años, estoy posando delante de un paredon manchado de franjas de humedad o pintura descascarada, con un disfraz de indio. Una única pluma alta deja su sombra en la pared, la ropa es una arpillera que termina en flecos en la manga de los brazos y sobre las piernas. Unos collares de cuencas claras, y otros de tonos oscuros que cae hasta debajo del ombligo. El calzado es una bolsa con flecos de arpillera atada sobre los tobillos. Era una ternura esa criatura que fuí, un Sioux o un vastago de los Cheyennes para aquel evento.
Ver mi foto de indio, me alento en la busqueda de un modo extraño e impensable. quien podría ser el jinete que imagine entre nebulosas y al cual le pinte los ojos con los colores del cielo, los de mi padre, y los mios.
Gary Cooper?, Gregory Peck ?, quizá un joven y desconocido Clayton Moore, haciendo sus primeras armas. Quien de ellos se llevará al galope a la primera actriz de ojos rasgados de color miel?


Sigo buscando respuestas. Voy al galpon de herramientas que en el fondo de casa usaba mi padre para reparar algunas cosas y entretenerse.
Un vértigo de imágenes se desata desde la quietud definitiva de herramientas y objetos que el viejo dejo ahí, a la espera de mejorar la salud y tener fuerza en las piernas.
Ha cambiado su sitio la mesa de trabajo con la morsa. Pero otros objetos mantienen su ubicación original en cajones que acumulan tiempo y ausencia. He tenido que formular fuertes excusas para mover cada cosa, hasta concluir que me cuesta alterar ese orden, que el solo hecho de ver esas cosas donde estan me acerca el recuerdo de las manos fuertes de mi padre. Ahora sus huellas se confunden con el rastro de mis propias manos, modificando, rearmando esos mensajes silenciosos, guardandolos como único pergamino preservado para ser leido una y otra vez. No hay una escena ni un orden, no hay lectura posible de como se guardaron, solo me asombra que esten allí, como un mensaje a ser leido, quizá como herencia sin voz de una identidad compartida. En todas mis intervensiones anteriores nunca logre dar un orden ni un sentido a cada cosa, sin embargo, me resisto a perderlas, a desecharlas como objetos inútiles. Siento que mucha memoria se desprende de esas herramientas, la extensión de la mano de un trabajador en sus años mozos. A simple vista, estan el taladro manual de madera, la maza y el cortafierro. No puedo evitar la necesidad de hacer entrar luz y aire en la oscuridad permanente de un cajón olvidado. Una latita de té Ibarra, adentro hay una bolsita cerrada con tornillos y tuercas preservados del oxido. La engrasadora, la llave de caño.
Muchas monedas de los años 77 al 83, opacas, faltas de yema y bolsillo.
Siento cierta desesperación por hacer palabras contra las derrotas del olvido, contra mi propia derrota de escribir, quizá inutilmente, contra el duelo que desatan esos objetos congelados, privados de una apariencia de futuro. Abro el armario azul que llego desde la casa de los bisabuelos de Turdera, y Hay algo que me desata, una rara y tremenda emoción, entre sus herramientas, arriba de los guantes que usaba en la fábrica, mi viejo guardó Buffalo Bill.

Lo abro de atras para adelante, casi una reliquia, impresa en segunda edición fechada en febrero de 1946, por ACME AGENCY con domicilio en Bartolome Mitre 562...
Es uno de los primeros libros que lei completo de pequeño, sino el primero, y como muchos otros llegaban desde la casa de la tía Blanca, cuyos hijos ya grandes habian crecido con esas lecturas. No recuerdo haber recibido ningún libro de Salgari, pero los demás estaban, incluyendo Julio Verne, a mi disposición para ser leidos bastante antes de los nueve años de mi hijo que en estos días se empeña en El señor del anillo de Tolkiem. Todo sucede en los primeros diez años de nuestra vida, me parece decir Leonardo Sciascia, mientras pienso en el julio Cortazar que leyo Buffalo Bill muy pequeño y ya sin la presencia cercana de su padre.

Nunca sabre el motivo por el cual mi padre preservo este libro, entre tantos que sin duda se perdieron.
Hay algo muy impresionante en este libro, y es que esta ilustrado con fotos de página completa de una pelicula filmada por la 20th Century Fox. No conserva sus últimas páginas, termina en la página 258, cuando Bill Cody relata que acepta domar caballos de un noble italiano que descree de su destreza en la arena del circo. luego improvise una tapa casera y el lomo esta reconstruido con cinta aisladora beige.

Pero allí en la página 227 esta la foto del vaquero que imagine al galope, apuntando sereno y firme con su rifle. Son fotos en blanco y negro de la pelicula Buffalo Bill filmada en 1944, y ese hombre de mirada inquietante y largos pelos es Joel Mc Crea. Lo miro, tiene un aire al Coiro de los 35, me digo con cierta nostalgia ajena a Hollywood. Y, solo por esta vez, quisiera soñarme al galope, con la destreza de Buffalo Bill, para hacer mia a una beldad de esos ojos rasgados.

Oirme jugado a mi mismo en un "Te amo" para cambiar repartos y finales de pelicula.



*De Eduardo F. Coiro.

Comentarios

Entradas populares de este blog

UN DELIRIO CÓSMICO DEL 2004...

Hipertensión de recuerdos en el cuerpo. Estallan las imágenes, Espejo mellizo hundido del agua al ahogo al sol. Al pájaro no le interesa el presente, sobrevuela a penas la transferencia a Cañuelas, emoción rara reencontrarse con 17 años de recuerdos, casas pasadas, cosas mudadas en la vida de cada cual. A las 17 y 19 hs vuelve a salir el tren, hay que apresurarse a pesar de los 50 Km. de viaje son muchos años, un vértigo de vida, y uno que no sabe quien era ni quien es. Solo los dolores grabados en el rostro de quienes tomamos el cambio de vía, solo amistad y mate, nunca se termino la yerba, hasta que llego la gastritis y la esofagitis grado 2 y también se termino el mate. Es lejos para volver saltando Rayuelas y ella no ya es la maga a los 50 años o kilómetros, y yo sólo salto letras y pongo los acentos en cualquier parte. En la plaza de enfrente de la estación hay un perro muy pequeño que suplica adopción, es domingo a la tarde a la hora del desamparo, la trampa o la siesta. Va y

VENDRÁN MÁQUINAS TRISTES

  *Foto de Noelia Ceballos . @noe_ce_arte             Los Futuros*       I   Vendrán palabras suaves, llantos como palomas grises, sueños que aletearán como giran los mundos. Vendrán lentas palabras perdidas en la lluvia, remolinos incruentos, bálsamos en el aire. Y ya no habrá dolor, sino tierra cayendo, un fino sedimento, un feliz pedregullo. No más vivir con el dolor a cuestas, con la callada muerte dando sustos.         II   Vendrá otra vez el mar como una inmensa madre a reclamarnos. Vendrá la espuma como leche del mundo y nos dirá: regresa. Seremos otra vez millones de moluscos nadando en una noche igual a la que viste en sueños, moluscos ciegos en el agua tibia, insomnes y desnudos, gráciles y blandos. Regresarán las aguas por lo suyo. Dirán: te di la vida y te la quito. Y volaremos como un único grito hacia la nada, como bocas sin cuerpo a mamar de ese pecho, esa pústul

MÁS LEVE, MÁS INTANGIBLE, MÁS FUGAZ.

  *Foto de Paula Novoa .                       *   Qué esperaste de la vida qué quisiste atrapar con la punta de los dedos luciérnagas levísimas de oro                  mariposas de suave purpurina qué esperaste al temblar                                      de pie qué ilusión te conmovió los sueños qué deseo de lento frenesí                                  te recorrió la espalda En qué esquina giraste                                  y los perdiste?     *De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com   - Mariana nació en General Belgrano, Provincia de Buenos Aires. Actualmente vive en City Bell. -Publicó: Cuadernos de la breve ceguera (La Magdalena 2014). Jardines , en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015) La hija del pescador (La Magdalena, 2016). Piedras de colores (Proyecto Hybris 2018). El orden del agua , (GPU Ediciones 2019). MADURA , (Editorial Sudestada 2021) Quiero sacar la cabeza por la