
1.De Jaulas y peceras*
Hay mediooo millóon de pesoooss, Pregona Susana Giménez que ya esta en su temporada de cosecha anual. Esta discando, hay gente que espera el resultado de su lotería televisiva.
¿La casa es honesta? Le deberían preguntar como a Humphrey en Casablanca.
Pero no, parece que no tiene sentido cuestionar a la TV, ni a sus "productos".
Quisiera escribir. Pero no, no me sale.
Debe ser esa angustia antigua que no se relaciona bien con el mundo que resuelve afuera, -en otro lado- las cosas con cultura de inmediatez.
¿Es más terrible ver la televisión ó caminar viendo las imágenes del barrio en el que vivo?
Ver, por ejemplo, a los viejos sentados del otro lado de las rejas, toman fresco enrejados.
Del otro lado de la reja se murió días atrás un viejo gallego que en sus años de hombre fuerte hacia la quinta en el terreno de al lado, antes de que fuera una casa, cuando había un alambrado de mi casa a la quinta. Allí estaba, cerrado y sin ayuda, muriendo solito, sentado en una silla, adentro de esa jaula del miedo que son hoy las casas de la gente.
O, es mi madre llegando de los mandados de la mañana con historias de la gente a la que encuentra en el camino al mercadito. Una cuadra de ida y vuelta. Esta quien se va a Italia con hija y nietos. O, quien sale todas las mañanas a hacer mandados para sus vecinos a cambio de monedas.
O esa abuela flaquita de casi 80 años que hace un rato toco el timbre con un chango cargado de detergente, lavandina y productos de limpieza y recorre casa por casa tratando de vender algo para comer. Hay mucha desesperación más allá del sillón donde sienta las asentaderas de gente exitosa.
Allí esta Susana en su jaula de oro o de cristal. Ella no toca timbres para vender y ganarse un bocado de pan en la mesa. No, la esperan sentados al lado del teléfono, viendo a perros de los famosos en el laberinto. Grandes peceras de cristal con blancas cartas esperan su mano mágica de azar.
-Del año 2005-
2
SAPOS O HUEVOS...
Son las 22.00 horas del miércoles 14 de septiembre.
Afuera llueve, el invierno se despide con mucho frío. Escribo desde mi casa, humilde pero con calefacción y sin goteras sobre mi cabeza. Mi madre me llama, me muestra en la televisión como en el programa de Susana Jiménez pagan 200 pesos por cada huevo duro tragado delante de las cámaras.
Me quedo. –Este es el que come mas huevos, me dice, y saca cuentas en tres semanas ha comido 33 huevos. 6.600 pesos¡¡¡¡
El hombre traga en pedazos grandes y toma agua para ayudarse. Por momentos la imagen se desvía de esa boca desesperada y apremiada por un tiempo escaso, por la cual se chorrean pedacitos de blancos de clara e hilitos de agua. El foco hace centro en el rostro sonriente de una señorita bella que esta allí, supongo, para diluir un poco el asco de los televidentes sensibles.
Por un momento pienso en los muchos afuera que existen y están ahí sin cámaras para que los vea quien pueda resistir el dolor. , la pobreza embarrada y mojada de los ranchos.
Grandes y chicos cenando mate cocido, o pedazos de pan encontrados en una bolsa de residuos, no huevos duros.
Él frió de lata y tamborileo de la lluvia en paredes y techos de chapa remendados como se pueda.
Yo, no lo puedo creer, y me parece ver que no son huevos duros, sino sapos blancos, nada peor que tragarse sapos dice el dicho popular, pero Susana nos dice día por día, que en Argentina, bajo las reglas del circo mediático, todos estamos disponibles a tragar lo que sea por dinero.
Sapos o Huevos.
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